Navegamos hoy nuestro humedal más querido, por su proximidad, por las historias que nos ha contado, por la gente de sus riberas que hemos conocido, por nuestras vivencias en él y para él, por nuestra defensa de este paraíso que desaparece, las Tablas que se forman en la confluencia del Guadiana con el largo, impredecible y amargo río Gigüela
El descenso integral del río Guadiana en proto-embarcaciones de fibras vegetales Abril-mayo de 2016
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James Last: The Lonely Shepherd – André Rieu & Gheorghe Zamfir
LAS TABLAS DE DAIMIEL – Un humedal para el recuerdo
A partir del Molino de Molemocho el río se desborda a lo largo de varios kilómetros creando un marjal de plantas acuáticas casi intransitable, un espacio protegido como refugio para la vida, fuente de recursos para unos, prescindible y molesto testigo del uso irracional del agua para otros.
Los navegantes atienden a la prensa en esta etapa tan significativa El apoyo institucional de Daimiel y el compromiso personal de su representante fué un espaldarazo para la expedición
Navegar en él es hacerlo por la historia de la vida y de la muerte en esa especie de laguna Estigia que te separa de la otra temida orilla, para hacerlo dispusimos de un guía, un barquero descendiente de una familia de pescadores y cazadores que ya forma parte de la leyenda, los Escuderos.
En Molemocho se inicia la travesía del Parque Nacional
Él nos llevó siguiendo la madre del río, por lo que transitamos aguas profundas y extensas en este primer tramo de la travesía. Nuestra primera visión de su fauna, una colonia de cigüeñas que quiere sobrevivir en los últimos grandes chopos del entorno del molino, a los que el viento derriba con estruendo por sus bases ya carcomidas.
El barco guía para atravesar las Tablas con el equipo de grabación
Una parada obligada de cortesía a la casa-taller del añorado artista Ignacio Meco, en reconocimiento por venirse a vivir y a crear en esta curva del río, por los cientos de árboles plantados en la orilla desnuda, por crear un oasis de álamos, mimbres y frutales, y ahora por el coraje de su hija Ana (como el río, como la diosa) de continuar manteniendo y mejorando ese entorno que fue en origen una humilde casilla de pescadores de oficio.
En el embarcadero de la casa taller de Meco Máxima atención a los expedicionarios
La caravana estaba encabezada por el barco daimieleño, el primer modelo de barco autóctono que vamos a encontrar a lo largo del río, fruto del entendimiento entre pescadores y carpinteros de ribera para hacerlo útil y versátil en las faenas de la pesca, el paso por las trochas -las veredas del agua-, abriendo camino entre los carrizales con sus afiladas narices, registrando garlitos y trasmallos; manejado de pié y guiado con una vara que se convierte en tridente mortal cuando se le acopla la rejaca, para lanzarla a las carpas, a los lucios de boca de perro y exquisita carne blanca, una técnica ancestral con paralelismos en el Tigris y el Eúfrates, donde sitúa la tradición el Paraíso Terrenal, la cuna de la civilización.
Siguiendo la madre del río Desplegando una vela al viento de levante
En pleno discurrir del descenso hizo su aparición el viento, una oportunidad para experimentar una herramienta que tuvo que servir de apoyo en la navegación más primitiva, la vela. Dudamos si utilizarla aquí en este espacio de tradición en el que tantos espíritus estarían expectantes de nuestro comportamiento, pero necesitábamos saber si para las largas etapas en los embalses que estaban por venir tendría eficacia.
La vela mostró su eficacia para ayudar a ambos barcos
El viento, aunque aquí domina el de poniente, cuando estuvo a favor de nuestro destino resultó una ayuda apreciable y permitió poner a punto los materiales y la técnica de manejo de la liviana vela que utilizamos.
Las Tablas como un pantano sin vegetación Tradición y tecnología
El siguiente paraje por el que nos guiaba Manolillo eran Las Cañas, abandonando ya la gran serpiente de la madre, entramos en otro espacio de tablares más someros con vegetación abundante y miles de libélulas de todos los colores, en donde tomar el rumbo adecuado estuvo en manos de él, camino ya de Puente Navarro, el molino-presa que cierra el río y que retiene el agua en un intento desesperado de salvar este humedal, que mantiene el agua a costa de perder su carácter de río para convertirse en presa, un precio alto que lo colmata, reteniendo sedimentos y contaminación, y lo transforma sin remedio, sólo el agua corriente podrá salvarlo.
El paso hacia las Cañas Siguiendo al guía perchando, como con los barcos tradicionales
Finalmente ni Pan, dios de las brisas del amanecer y el atardecer, que da nombre a la mayor isla, ni las cañas de la isla mínima que lleva ese nombre, que le proporciona el material para su flauta, han sido capaces de despistarnos y pudimos desembarcar echándonos al agua, como una ceremonia, como un bautizo, en La Quebrada, el lugar de Julio Escuderos y su primo Juli, con el que tanto hemos compartido embobados, escuchando sus relatos de lobos y jabalíes, lances de pesca en la noche a la luz del carburo, de hielo y niebla, de gallinillas y tórtolas, de cuándo llegan las garzas púrpura y se marchan las cercetas, del olor de las ovas, del nido del moscón y el escándalo de los ruiseñores, de sus seres queridos…
Julio Escuderos dándonos explicaciones sobre barcos daimieleños Fin de etapa en la Quebrada
Por último, cómo no parar en el molino que cierra el Parque, con nombre de paso, de trashumancia, habitado por gente fuerte, que han seguido resistiendo, trabajando, peleando la vida con una sonrisa, personas irrepetibles, adiós Mari, reina del río; hasta siempre Chato, que te has ido ya, en paz, tan amable y acogedor, un hombre del río, a ti va dedicado este capítulo de nuestra vida.
Los habitantes de Puente Navarro, siempre estarán en el recuerdo
Recuerdo que aquella mañana vi llegar a un par de intrépidos navegando sobre unas balsas vegetales y que un té caliente y unas patatas fritas fue la extraña combinación que pude ofrecer como refrigerio a aquellos aborígenes. Visita surrealista y emocionante a partes iguales. Estas cosas sólo pasan a esta orilla del Guadiana. Papá, te hubiese encantado estar aquí para verlo. Bueno, estabas…