Con el Guadiana como frontera a lo largo de unos 65 kilómetros, el descenso adquiere otro carácter, navegamos entre dos aguas, entre dos orillas, entre dos países, hasta que el río se hace portugués por completo. Una experiencia internacional que comienza en el gran lago de Alqueva, el embalse más grande de Europa.
El descenso integral del río Guadiana en proto-embarcaciones de fibras vegetales Abril-mayo de 2016
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Fado Violado: Rosinha dos Limoés
LA FORTALEZA DE JUROMENHA
Cuando el río se hace lago
Desde las tierras de Olivenza sigue el Camino Natural del Guadiana hacia Villareal, siguiendo tierras de frontera, cerca ya del embarcadero que nos permite acceder al fin de nuevo al río y enfrentarnos a lo que se va convirtiendo en lo que será un inmenso mar interior que convierte el río en “albufeira”.
Los efectos del Alqueva en los campos de Olivenza
Las marcas de variación de los niveles
Hemos pasado junto a la segunda Villareal del itinerario, tras la Ciudad Real manchega; la tercera Vila Real aguarda apacible viendo los barcos pasar en la desembocadura, aún remota.
La llegada de los barcos al Club Náutico Marina de Villarreal
Estamos en la cola del Gran Lago de Alqueva, el mayor lago artificial de Europa, sus oscilaciones de nivel se marcan en las paredes de los edificios que se van inundando desde que se cerró la presa a principios de siglo y sigue llenándose, hasta que cubra 250 kilómetros cuadrados de valles, montes y dehesas bajo 150 metros de agua. Tendrá tantos kilómetros de costa como todo el litoral marino de Portugal.
Unas indicaciones precisas para valorar las dimensiones extraordinarias del Alqueva
Las indicaciones y ayuda del responsable del Club Náutico Marina Villareal fueron fundamentales para alcanzar el agua ya que aún no habíamos recuperado nuestro valioso 4×4 para las operaciones de aproximación y recuperación de las embarcaciones.
Frente a nosotros la sobria fortaleza de Juromenha, encaramada en la otra orilla, semi arruinada pero magnífica y desafiante, como el río que empieza a encresparse con el viento. Iniciamos la travesía, estamos navegando por primera vez en aguas portuguesas y eso nos emociona, nos recuerda que estamos llegando a las etapas finales, hemos consumido tres cuartas partes del tiempo que disponemos para el descenso integral.
Embarcadero del Club Náutico de Villarreal camino de Juromenha. Foto A.M.
El viento arrecia y la lluvia que nos ha acompañado en tantas etapas despliega un velo que hace de la fortaleza un lugar misterioso, hacia su playa nos dirigimos mientras el equipo de tierra da un gran rodeo para llegar a la margen derecha, sin ellos es imposible varar las balsas vegetales, henchidas de agua por todos sus costados.
El Guadiana se hace lago a partir de las tierras de Olivenza Con ayuda de una vela ligera a provechando viento de popa
Una pequeña vela, que ya ensayamos en la etapa de las Tablas de Daimiel, nos ayudó en el cruce hasta alcanzar la orilla difuminada por la cortina de agua e iniciamos el ascenso a la fortaleza. Estábamos solos y así recorrimos en silencio cada uno de sus baluartes, adarves y garitas mirando el lago que se intuye desde las almenas, sus 80 kilómetros de aguas remansadas nos abruman.
Desembarcando a los pies de la fortaleza
Nos hemos de replantear su travesía, que ahora vemos imposible, el ritmo de progresión de nuestros barcos es nulo sin corriente, la línea de flotación es cada vez más baja y el viento en estas grandes superficies abiertas te desplaza a su voluntad, hoy nos cruzó de orilla, mañana puede llevarnos hacia atrás.
Junto a los llanos de Olivenza el río se desborda
Recientemente, cuando rememoramos esta expedición, un grupo de piragüistas ha realizado la travesíaen autonomía desde la desembocadura del Caia a Alqueva en cinco etapas, nosotros tendríamos que emplear al menos el triple.
Al fin en Portugal, la historia de un río compartido
La garita de la fortaleza de Juromenha vigila cómo el Guadfiana se engrandece
En las ruinas de la iglesia del fuerte, ante la piedra derribada del altar, tuvimos un sentimiento especial, profundo, de tristeza y temor; un templo arruinado siempre impone. Más tarde supimos de la historia que apareció clavada en la puerta; relataba un horrible acontecimiento que allí ocurrió, en donde el rector de la universidad de Évora y sus fieles estudiantes murieron traicionados entre pólvora y fuego. Sus huesos descansaban en forma de polvo entre las piedras que nosotros pisábamos.
La misteriosa iglesia de Nuestra Señora de Loreto
Piedras que narran historias de una fortaleza arruinada
Descendimos pensando en nuestro siguiente destino, en Portugal no habíamos conseguido respuestas a nuestra petición de alojamiento, en cualquier caso disponíamos de tiendas que nos daban autonomía, podríamos dormir en las riberas.
Un desayuno en la orilla
Cada vez nos sentimos más parte de este río compartido y único que forma parte de “La Raya” la frontera más larga y antigua de Europa, pero también un espacio cultural y de encuentros.