El descenso integral del río Guadiana en proto-embarcaciones de fibras vegetales Abril-mayo de 2016
Os relatamos hoy las múltiples gestiones que fueron necesarias para el descenso del gran río, cómo se formó el equipo y el origen y sentido del logotipo de la expedición, antes de conseguir los materiales para la elaboración de los barcos e iniciar con ello el apasionante experimento etnográfico.
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EL EQUIPO Y LA IMÁGEN
Una aventura de este alcance necesita de un trabajo en equipo que resuelva, por una parte, las cuestiones administrativas, pues siendo el Guadiana un río internacional y las administraciones con competencias en el río y en los espacios protegidos por los que íbamos a transitar, entidades con competencias y funcionamientos distintos
Meses antes de que estuviera siquiera segada la enea en las Tablas ya habíamos navegado el laberinto de los pasillos de ministerios, agèncias, direcciones generales, delegaciones, institutos de conservación, confederaciones, autoridades portuarias, ayuntamientos y câmaras municipales, obteniendo al fin los permisos e informados de las limitaciones pertinentes, en especial en las distancias de seguridad aguas arriba y abajo de cada una de las grandes presas que jalonan el río, la prevención para evitar la dispersión de especies invasoras de un tramo a otro -sin imaginar las dimensiones del problema que nos causaría una planta…¡amazónica!- o de las “tablas de mareas” que afectan al tramo final del río cuando empieza ya a tener vocación marina.
Y por otra parte, dotar a los vehículos de apoyo que descenderían paralelos al cauce siguiendo el Camino Natural del Guadiana, para acceder a los muchas veces complicados puntos de embarque y desembarque, de carros de transporte y una baca africana de gran capacidad para portar un kayak de apoyo y reservas de material vegetal para recomponer los barcos de su más que previsible deterioro. A los mandos del todoterreno se pondría Carlos Gómez dados sus conocimientos de mecánica y mantenimiento.
Preparar toda la intendencia, alimentación y vivac, los equipos personales y de seguridad, requirieron de contactos con empresas y colaboradores hasta disponer de un mínimo que asegurara el éxito de la empresa.
Pero además, en un mundo en el que prevalecen los medios de comunicación y la imagen, debíamos contar con profesionales que aseguraran la documentación gráfica de todo lo que fuera ocurriendo a lo largo de los más de los 800 kilómetros del recorrido acuático.
La expedición contó con el apoyo y participación directa de una empresa pionera, Air Drone View, especializada en grabación con drones, un recurso que aporta una nueva dimensión en los reportajes de actividades en el medio natural y que grabó la expedición, literalmente, por tierra, agua y aire, de la mano de José Fernández y Mara Rodríguez, tan profesionales como buena gente.
Se complementaba el equipo para reforzar la imagen con la fotografa “free lance”, Esther Kirás y el operador de camara Miguel Ángel Aguado que captaron su particular visión de la aventura, aunque hasta la fecha, lamentablemente, no estamos en disposición de mostrar su excelente trabajo.
Formado el equipo y conseguidos algunos avales que respaldaran nuestros objetivos, definimos un lema a modo de objetivo principal: “Guadiana, el río que nos une” y llamamos a la participación para el diseño de un logotipo en el que varios modelos fueron votados en la red, decidiéndonos por el que contenía más elementos alusivos a la expedición: una sirena o lamia de doble cola en referencia a un mito (del que perseguiríamos evidencias de su presencia actual) y a la vez a los dos barcos, el nombre de la expedición sobre remos de tipo groenlandés, primitivos y diseñados para progresar con menor esfuerzo, cinco estrellas de los vientos, tantas como regiones transita el río (Castilla-La Mancha, Extremadura, Alentejo, Algarve y Andalucía) y una planta de enea que identifica y ennoblece la fibra vegetal básica sobre la que se apoya todo el experimento. Las manos y el saber que pusieron sobre el papel esta idea fueron las de Alicia López del Centro del Agua de Daimiel.
Y al fin llegaba el momento de empezar con el desafío que nos había traído hasta aquí, ver si tendríamos el conocimiento y la habilidad de fabricar algo capaz, no ya de flotar soportando nuestro peso, sino de navegar durante muchos días, por tramos de aguas tranquilas y profundas, rápidos someros, tramos broncos llenos de vegetación y rocas o extensos mares interiores de aguas quietas e inacabables.
El sitio elegido, una casilla de pescadores en las Tablas de Daimiel, parecía favorable; los extensos corros de carrizos y eneas, los sonidos de origen incierto, su atmósfera, la historia vieja de sus gentes que parecía observarnos, nos iban a ser propicios.
Y en la próxima entrada: La construcción
“
Muchas gracias por todo el apoyo que nos ofrecisteis de diferentes maneras, ayudasteis a que la expedición fuera una realidad y siempre formareis parte de ella.
Los Aborígenes del Guadiana
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