Recuperamos al fin el todoterreno que nos permite acercarnos a los puntos de embarque y el equipo dispone de nuevo de todos los medios para apoyar el descenso integral del río. El Alqueva, ese inmenso lago promete para la zona riegos y un desarrollo turístico basado en actividades acuáticas a las que deseamos una buena singladura, pero nosotros debemos seguir al sur.
El descenso integral del río Guadiana en proto-embarcaciones de fibras vegetales Abril-mayo de 2016
Dale al play y disfruta de la lectura:
José Alfonso/ Cantigas de Maio: Cantar alentejano
EL SUEÑO DEL ALQUEVA
Ahora debíamos regresar, desandar caminos para recuperar nuestro vehículo todoterreno, un trastorno económico y moral, que no acabó con la expedición pero que deterioró las relaciones en el equipo de apoyo, algo que sin duda afectó a la cohesión del grupo, fundamental cuando se afronta un desafío.
El Puente Lusitania, obra de Santiago Calatrava
La vuelta a Mérida, donde había quedado “varado” el 4×4, nos dio la oportunidad de documentar las colonias de aves de las islas del río delante mismo de la ciudad, extraordinarias, en un momento pleno de crianza con lo que el trasiego de las garzas aportando material de refuerzo a los nidos y de alimento para los pollos era continuo. Un espectáculo que contemplan todos los años, impasibles, las murallas de la capital romana.
Tensores del tablero peatonal del Lusitania
Y también caminar el Lusitania, un puente de arco atirantado, de hormigón y acero de Santiago Calatrava, de los más audaces y bellos del Guadiana, en donde percibes en sus formas las tensiones y fuerzas que lo sostienen.
Al fin con todos los medios de transporte de nuevo
Ya de vuelta, entre Mourao y la presa de Alqueva hay que ir saltando cada uno de los múltiple brazos y colas de este embalse con forma de dragón, uno por cada valle inundado, por cada afluente capturado, el Alcarrache toma la forma de una gran pata erizada de escamas, una por cada vaguada, lo mismo que el Arroyo de Friegamuñoz le formó su cola bífida allá cerca de Cheles.
El contraste de embarcaciones nos da la escala del gran lago
Sigue lloviendo y definitivamente no cabalgaremos más al monstruo pero queremos llegar a la presa, al barragem, la obra faraónica de casi 90 metros de altura y 450 de longitud. Dejamos atrás Estrela, la población mínima anclada entre dos aguas, Póvoa, ya alejada del “grande lago” y justo antes de cruzar el río Ardila camino de Moura nos desviamos hacia la muralla de hormigón.
Los fondos de enea de nuestros barcos aguantando el chaparrón
En el área del embarcadero íbamos tener un encuentro inaudito que nos confirmaba de nuevo las proporciones de nuestra aventura y de la fragilidad de nuestros barcos. Un camión maniobraba para acercar su carga y llevar a cabo la botadura del mayor barco que nos podíamos imaginar en el Bajo Alentejo, un yate al lado del que colocamos nuestras piraguas, mirarnos y sonreir ante el contraste y el desafío con el que habíamos soñado.
La presa desde el embarcadero flotante, con las boyas de limitación del área navegable Informaciónen el área del embarcadero, frente a la presa
Las dimensiones de las infraestructuras que contemplamos superaba las de los grandes lagos extremeños, que ahora veíamos más humanas. Nos acordamos de Assuan y las previsiones de los efectos que la retención de sedimentos ocasionarían en el delta más famoso del mundo, como en el Ebro, como en el Colorado, que se iban cumpliendo sin remedio.
El barragem del dragón
Mientras, Alqueva, la población que da nombre a este mar dulce se recuesta rodeada de sus huertas en la margen derecha, la orilla contraria por la que circulamos, ajena a los 380 megawatios que allí se generan cada hora y que siguen río abajo sustentados por una cadena de torres de alta tensión.
El equipo sobre la compuerta de uno de los aliviaderos del Alqueva
Crear cien mil hectáreas de regadío inundando doscientas cincuenta mil, una fórmula incomprensible para nosotros, que no somos ingenieros, ni agricultores, ni alentejanos, claro. En la cabecera del río, en la reseca Mancha, de donde venimos, más de doscientas mil hectáreas esquilman un acuífero de aguas fósiles, una mina que acabará como la fiebre del oro cuando se vaciaron los filones, como ya se secaron los Ojos, los manantiales y los afluentes de la llanura sobreexplotada con sus humedales.
Presa de Alqueva desde aguas abajo
Con el deseo de que este gran proyecto de desarrollo para la comarca sea un freno a su despoblamiento y le proporcione medios de vida sostenibles en el tiempo, nos despedimos en gris buscando los paisajes originarios del Parque Natural del Guadiana Medio y comprobar si aún mantiene caudal como para ser navegado, pero sobre todo, si sigue siendo un espacio de vida.