Hoy dejamos atrás la vieja ciudad de Calatrava y nos dirigimos a un tramo del Guadiana en el que el encuentro con el Bañuelos forma la cola bífida del embalse del Vicario, un nuevo campo de pruebas para las frágiles embarcaciones que empiezan a empapar además el agua de lluvia y hacerse poco a poco más pesadas.
El descenso integral del río Guadiana en proto-embarcaciones de fibras vegetales Abril-mayo de 2016
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Por tierras del Vicario
Aguas abajo de Calatrava la Vieja, los molinos se habían convertido hace tiempo también en reliquias dormidas, con un río incapaz de mover sus piedras que acabaron trastocadas y perdidas.
El cauce ha ido dejando poco a poco la llanura manchega y se adentra en el Campo de Calatrava donde afloran las rocas más duras y los volcanes.
Embarcando en el Vicario Inicio de etapa en el embalse del Vicario
Junto al cauce, los Hervideros del Emperador, manifestaciones vivas de la actividad volcánica que sigue emitiendo gases a través de manantiales que parecen hervir; ya habíamos pasado junto a los de Carrión, recuperados por quien sabe de su valor, pero estos otros, ruinosos, ocultos entre carrizales, los ha salvado del tiempo las imponentes gradas de bloques de piedra que facilitaba el baño y el acceso al agua curativa. Su misteriosa imagen, la del recoleto “baño de las mujeres”, la eligió para la portada de su libro «Guadianas» Manuel Ruiz Toribio, fotógrafo de ríos y de almas, de fiestas y duelos. Imprescindible para conocer visualmente las múltiples caras de este río plural.
Varias infraestructuras de comunicación y conducción sortean el embalse El equipo de apoyo sigue el Camino Natural del Guadiana
Encontramos al fin agua navegable a partir de Peralvillo, en la cola del tercer embalse de la ruta, el Vicario. Cruce de nutrias, tan dependientes de la pesca y el agua limpia, dormidero de cormoranes – cuervos del río-, garcillas blancas y gaviotas, tantas que al atardecer la junta con el Bañuelo, llena de tarayes, parece un palomar; exóticos ibis, tranquilas fochas y peces, muchos peces.
El fuerte viento en contra obliga a detener la travesía del embalse Desembarque en el Mirador de la Isla
El Guadiana empieza a recibir aportes de las sierras y sierrezuelas próximas, aún el caudal es breve pero ayuda a que este pequeño embalse dedicado al riego, también a la pesca deportiva y a los deportes acuáticos , como los practicados por el Club Pantanícolas, en funcionamiento desde 1973, tras la canalización de los ríos manchegos, pueda seguir cumpliendo su función en los pagos que antaño pagaban sus rentas a la iglesia.
Último esfuerzo en un recodo a sotavento Intercambio habitual de los avatares de cada etapa
Su travesía sin embargo nos ocupó dos días; el primero, hasta el mirador de la Isla, fue una puesta a punto en la manera de transportar definitivamente los barcos, el acceso a las orillas con ellos cargados en un remolque limitaba mucho los puntos de acceso y desembarque, pero subirlos a la baca se fue haciendo imposible a medida que la enea se iba empapando y aumentando su peso, de barcos livianos en principio iban pasando a ser pesadas balsas.
De nuevo al agua en condiciones poco ventajosas
Esto nos obligaría a sacarlos a diario del agua para que perdieran peso, aunque la intensa lluvia en muchos días de la travesía iban a trastocar ese propósito. Como ocurrió en la siguiente etapa donde, ahora no el viento, que dada su fuerza obligó a suspender una prueba de windsurf, sino la lluvia, convirtió la navegación en una danza acuática.
Para el equipo de grabación la lluvia también es un desafío
Al salir de las tierras del Vicario el río empieza a flirtear con los Montes de Toledo, que también lo son de Ciudad Real, con otra cara, con otro ritmo, cambia el sustrato, de las calizas a la durísima cuarcita, cambia la vegetación, se presiente un nuevo río.
Agua por todos lados a la llegada a la presa
Al llegar a la presa nos encontramos ya en la cota 600, trescientos metros más bajos que en la hermosa Ruidera, un tercio de la lejana cota cero del Atlántico, todavía tan incierto; por medio, una travesía llena de incógnitas y desafíos.
El equipo expedicionario recuperando a las embarcaciones y los navegantes empapados
Seguiremos en busca de una ciudad real, fundada por un rey conocido como El Sabio ante la imposibilidad de repoblar Alarcos, cargada de miedos y dolorosos recuerdos de derrota. Síguenos, porque hoy es una tranquila y cuidada ciudad.
Desde el momento que me llegó la noticia de que dos de mis buenos amigos,
con los que comparto mis aventuras y mi amor por la naturaleza, estaban enfrascados en la expedición del descenso del GUADIANA, me organizé de forma que mis obligaciones laborales quedaran aparcadas y de esta
manera poder pasar el dia con ellos.
Lo primero fue pensar en un pequeño obsequio que entregarles y como no podía ser de otra manera D. Miguel de Cervantes sería lo más apropiado,
en esta ocasión saliéndome de lo de siempre, eligiendo LAS NOVELAS EJEMPLARES, EL LICENCIADO VIDRIERA Y RINCONETE Y CORTADILLO.
El día no podía estar más desagradable, mucha lluvia y mal tiempo que aproveché para charlar un rato con los protagonistas de la expedición y dejarme contagiar de su grandísima ilusión y el entusiasmo que brotaba por
cada poro de su piel. La verdad me moría de envidia de buena gana, ¡lo habría dejado todo para irme con ellos!
Las inclemencias del tiempo no impidieron que se realizara el tramo programado para esa jornada y por tanto
que pudiera vivir en primera persona las labores de preparación de las embarcaciones, revisiones pertinentes, etc. en las que colaboré orgulloso y con una sensación difícil de describir y que resumiré en un GRACIAS POR DEJARME COMPARTIR CON VOSOTROS ESA JORNADA EN LA QUE ME SENTÍ MIEMBRO DE VUESTRA EXPEDICIÓN ,nunca lo olvidaré.
Como no podía ser de otra manera, mi cámara dejo constancia de esos grandes momentos con esos buenos amigos, Alejandro del Moral y Maykol García.
Javier Martínez
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