Relatamos hoy el paso de las Hoces, donde el río va tumultuoso entre paredes rocosas casi verticales y sólo se puede pasar por él sobre barcos cuando las aguas van altas. Una auténtica batidora entre bloques de roca que puso a prueba la resistencia y capacidad de hombres y embarcaciones y por la que hubo que pagar tributo a Guadiana.
El descenso integral del río Guadiana en proto-embarcaciones de fibras vegetales Abril-mayo de 2016
Dale al play y disfruta de la lectura:
The Last of the Mohicans
EL ESTRECHO DE LAS HOCES – «Territorio Comanche»
La noche en el refugio que nos facilito Venancio Rincón en Puebla de Don Rodrigo, fue inquieta y no precisamente por las instalaciones del Granero, rehabilitado como un sólido y acogedor edificio de usos múltiples.
El Granero de La Puebla, convertido en centro de acogida y trabajo para la expedición
Tras el rescate en los meandros la tarde anterior, la conversación con Valentín y sus paisanos giraba en torno a la posibilidad de pasar esa barrera en la navegación que suponía el Estrecho, un paso especialmente difícil porque el río se encajona entre paredes y si entras no hay más escape que su salida natural a otro lado del gran escarpe.
Buen lugar de embarque para una etapa decisiva.
En el proyecto inicial de la expedición el tramo se saltaba para retomar el cauce al otro lado del estrecho, cuando las aguas ya se remansan de nuevo en tramos reposados, de difícil acceso, bien conservados, bellísimos.
Pero el buen caudal que había ido ganando el río, en opinión de los del lugar, buenos conocedores de su Guadiana, en estas condiciones era posible pasarlo embarcados. Era una tentación a la que nos animaba Valentín, estábamos en “territorio comanche” según le gustaba a él nombrar a los tramos de mayor riesgo en los que te pones en manos del río y es él, como pasa en las grandes montañas, el que te permite o no pasar según sea tu actitud, tu respeto, si eres consciente del riesgo y lo asumes.
Embarcando hacia los rápidos
Su ánimo fue el nuestro, iba a ser la primera vez que unos barcos de enea, sin las prestaciones de las piraguas que habían desafiado sus aguas bravas, de poca maniobrabilidad y sin posibilidad de ayuda exterior lo iban a intentar. De ahí que la noche pasara rápida, deseosos de verle la cara a ese desfiladero y oír su fragor, aunque nos encogiera un poco el ánimo. El drón no podría seguirnos pues rápidamente se perdía el contacto visual y su control.
Hacia las Hoces Camino del desfiladero
El Guadiana, que ahora se dirige descaradamente al norte, rompe las durísimas cuarcitas dejando estribos rocosos a derecha e izquierda que tenemos que ir sorteando. Las indicaciones de anoche a última hora de cómo afrontar la entrada, a qué lado dejar la gran roca, por dónde pasar el siguiente rápido, se presentaban ahora ante nuestros ojos y pasaban tan rápido que las decisiones lo tenían que ser aún más, dada la poca capacidad de maniobra de nuestros primitivos y elementales haces de enea atados entre sí.
La puerta de entrada a lo desconoccido para nosotros
Las barcazas rozaban las rocas de las que nos defendíamos con los remos, nos hacían girar sobre nosotros, descontroladas, las descabalgamos para pasar el rápido más fuerte intentando controlarlas encaramados en las piedras más accesibles de la orilla con los cabos; imposible, los barcos se van, nos tenemos que echar al agua tras ellos, son nuestra tabla de salvación, uno de ellos queda enganchado entre los bloques por la cuerda de rescate que lleva arrastrando, ahora somos nosotros los que tenemos que rescatarlas a ellas. Hay que bucear en aguas tumultuosas para cortar la cuerda, Maykol lo intenta con una roca, pero es la cuerda que usamos en espeleología, fuerte para resistir esas agresiones, hay que usar un cuchillo, pero vamos preparados.
Qué rápido pasa todo y a la vez se hace eterno. El cámara se apeó hace tiempo del kayak y transita como puede por la orilla, de roca en roca, la piragua perdida, que busca en cada recodo hasta recuperarla.
Ahí llegan! Por fin a la vista de nuevo. Los tres navegantes que superaron el desafío empapados pero satisfechos
El estrecho más bravío tiene un descanso en la siguiente curva, las aguas se tranquilizan al fin y forman pequeñas tablas en donde los nenúfares son la señal de un acuerdo de paz; a la vista ya la de la Murciana, donde nuestro equipo y amigos esperaban impacientes vernos aparecer del interior de la montaña.
Las aguas tranquilas del remanso de La Murciana Revisando los daños en las fibras de la enea
Lo hicimos gracias Valentín, experto en Guadiana, defensor de sus aguas, conocedor de los rincones más bellos, de cascadas, bonales y árboles centenarios, descifrador de lo pequeño ya sean setas u orquídeas. Este relato está dedicado a tí, siempre que nos asomemos a este río tú estarás presente en sus reflejos.
Ah, y tal como nos dijiste que teníamos que estar dispuestos a pagar una prenda por el paso, se cumplió a rajatabla y supimos que sabías de lo que hablabas.
Una gran iniciativa que enseñó a gran parte de España, el valor ecológico del Río Guadiana, de sus paisajes y sus “ paisanajes” ya que aún siendo una joya única e inigualable, aguanta con la bravura de un jabato el maltrato, olvido y saqueó que muchos hacen en el!!
Venancio Rincon, Alcalde de la Puebla de Don Rodrigo
Cuando el río era río y el agua transparente, ayudé algunas veces a mi tío a pescar; yo remaba en la barca mientras él extendía el trasmallo y lo recogía después, con una buena carga de peces. Aquello me encantaba, me sentía como si estuviera en el paraíso. No podría olvidar aquellas tardes de agua, barco y naturaleza en su estado más puro y genuino.
MI RÍO Déjame transitar por tu corriente y devuélveme al mar, de donde
vengo, y allí, evaporarme en nubes blancas que me traigan de nuevo, con la lluvia, a tus colinas verdes y a mi gente.
Marisa Lucio, Hija del Guadiana
Maqueta de un barco único del Guadiana en La Puebla
Puedes leer todas las entradas de la bitácora de la expedición aquí